Divino Planeta

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jueves, 18 de noviembre de 2010

La No Violencia - Reflexiones



Deber Sagrado

La no violencia implica una autopurificación completa, tanto como resulte humanamente posible, del hombre para el hombre. La no violencia se encuentra en proporción exacta a la idoneidad -y no a la voluntad- de la persona no violenta para infligir violencia. El poder a disposición de la persona no violenta es siempre mayor que el que poseería si fuese violenta. En la no violencia no existe nada que sea derrota.


La no cooperación con el mal es un deber sagrado.


La adquisición del espíritu de no resistencia es cuestión de un largo entrenamiento en la abnegación y de la apreciación de los potenciales ocultos en nosotros mismos. Cambia la perspectiva de la propia vida... Es el potencial más poderoso porque es la expresión más elevada del alma.


La resistencia pasiva es una espada de múltiples virtudes. Se la puede usar de maneras distintas. Atrae bendiciones sobre quien la usa y también sobre aquel en quien se emplea. Sin derramar una sola gota de sangre, obtiene resultados extraordinarios. Es un arma que jamás se oxida y que nadie puede robar.


Necesidad cotidiana de la no violencia

Dejé que mis amigos dijeran que la verdad y la no violencia estaban fuera de lugar en la política o en las demás cuestiones temporales. Pero no comparto tal opinión. No utilizo esos métodos para asegurar mi salvación personal. Trato de recurrir a ese principio en todas las situaciones de mi vida cotidiana.

La no violencia no es una vestimenta que uno se pone y saca a voluntad. Su sede se encuentra en el corazón, y debe ser una parte inseparable de nuestro ser.

En nuestra condición actual -nos enseña la doctrina hindú- no somos más que mitad hombres. La parte inferior de nuestro ser todavía es animal. Sólo el dominio de nuestros instintos mediante el Amor puede sujetar a la bestia que existe en nosotros.

Qué se propone Gandhi


Si uno va a combatir el fetiche de la fuerza, será por medios totalmente distintos de los que están vigentes entre los puros adoradores de la fuerza bruta.

El fin que me propongo alcanzar, cueste lo que cueste, responde al término moksha, que es el desapego de todo vínculo terreno y la liberación del ciclo de las reencarnaciones. Se trata de la realización de uno mismo, con la visión de Dios cara a cara. Tiendo a este fin con todo mí ser, por medio de mi vida y de mis actos. Todo converge en ello: mis palabras, mis escritos y todos mis emprendimientos en el terreno político. Y bien, siempre estuve convencido de que lo que puede hacer uno de nosotros pueden hacerlo todos los demás. Por eso, en vez de actuar a escondidas, he emprendido mis experiencias a la vista de todo el mundo. Creo que eso no le quita nada a su valor espiritual. Es evidente que no se puede dar cuenta de ciertas cosas que sólo conocen uno mismo y su Creador.

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