Divino Planeta

Divino Planeta

lunes, 5 de septiembre de 2011

El poder de quien tu eres!





Tienes dentro de ti el poder que crea mundos, y no estamos bromeando cuando decimos esto. Cada uno de ustedes tiene dentro de si el poder para crear galaxias.



Tu incluso alineaste los planetas en un patron perfecto para el momento justo en que naciste en este cuerpo fisico. Esto debe darte una idea de lo poderoso que eres tu.



Tu te creaste a ti; manifestaste tu maravilloso ser en este hermoso cuerpo fisico que ahora portas. Tu lo has hecho posible.

jueves, 1 de septiembre de 2011

METAFÍSICA DE LOS DIEZ MANDAMIENTOS








Entre las Leyes llamadas "de Dios" que tú vas a estudiar en cuanto te sientas con ganas de apren­derlas, hay una qué se llama la Ley de Corres­pondencia. No tiene nada que ver con las cartas ni con el correo. Correspondencia significa, en este caso, lo que "corresponde" a otra cosa, o sea, "igual a. . ." como también "lo que es lo mismo..." ¿Me explico bien?



Esta Ley ordena que las condiciones de cada plano, o cada estado de conciencia, se encuentran repetidas en todos los planos, en todas partes. Por ejemplo, siempre estamos deseando saber cómo son las características de "El más Allá", vamos a decir. Ese "Más allá" siempre se refiere al plano superior a la Tierra, o al plano inferior a la Tierra.



El lema de esta Ley es "COMO ES ARRIBA ES ABAJO, Y COMO ES ABAJO ES ARRIBA". Es decir, que así como en la Tierra tenemos go­biernos, escuelas, maestros, problemas y la for­ma de solucionarlos, hay manos, pies, oídos, ojos, hay sonidos, tiempo, espacio, hay flores y frutas ... en fin ya sabes lo que se quiere decir. En cada plano. En TODO los planos hay lo que corresponde a todo eso, a pesar de que esos otros planos sean invisibles para nuestros ojos terrenos. La única diferencia consiste en que a medida que se asciende de plano, las mismas condiciones se hacen menos densas, más amplias, digamos que más puras, más bonitas, más inte­resantes ... pero más complicadas porque en cada. plano superior hay una dimensión más que en el anterior. Esto no significa que nos será difícil vivir en el plano nuevo después que abandonamos el plano viejo. No. Por la sencilla razón que no es más difícil para un niño caminar sólo después que aprendió que no le va a ocurrir nada malo cuando se suelte.



Vamos al grano. El Quinto Mandamiento en la Tierra dice: no matarás. Esto nos enseña que no debemos matar. NO SE DEBE. ES MALO. Pero ¿por qué es malo? En verdad nadie te lo dice. Simplemente no debes matar.



Vamos al plano Más Allá. Allí hay la misma Ley, sólo que ella dice: No Matarás Por Más Que lo Intentes. No solamente no lo lograrás, sino que como el instrumento no encuentra nada que matar, se devuelve al lugar de donde salió. Lo lanzaste tú. Te hiere, o te golpea a ti. Eso no te gusta ni te conviene. No volverás a intentarlo. ¡Aprendiste a no matar!



Ahora, por el momento vamos a estudiar el Sexto Mandamiento: NO robarás. Este sigue el mismo Principio. En la Tierra se nos enseña que no se debe robar. Es malo. Tampoco se aclara lo suficiente el asunto ¿Y en el plano Más Allá? El Mandamiento dice: No Puedes Robar lo que No Te Pertenece. No lo Intentes Siquiera, no lo podrás. Puedes procurarte un ob­jeto igual, pero nunca el mismo. Este no se quedará contigo y regresará a su legítimo dueño.



En la Tierra estos Mandamientos parecían prohibiciones. En el próximo plano se te revelan como condiciones. Leyes. Principios. No se pue­den quebrantar ¡Qué felicidad! Nadie te puede matar ni robar. Tú no puedes matar a nada ni nadie, no puedes apropiarte de lo ajeno, ni nadie se puede apropiar de lo tuyo. Pero esa no es la única felicidad. Fíjate bien.



Cuando ya en la Tierra tú eres incapaz de matar ni robar, estás preparado para aprender las condiciones del otro plano, que se le llama "de conciencia". Es decir, que cuando se aprende la primera lección, se pasa a aprender la segunda, ¿no es así? Bien. Pero la gran felicidad es que cuando tú aprendes la segunda, no es necesario que te hayas muerto y que estés en el otro plano Más Allá. No. Estás vivito y coleando aquí en la Tierra. Aplicas la segunda lección, y te asombra ver que esa Ley te funciona lo mismo aquí en la Tierra que "en el cielo". Es decir, que cuando tú sabes que la verdad es que nadie puede matar y que nadie puede robar. NADIE TE MATARA NI TE PUEDE ROBAR. Nadie puede llevarse tu carro de tú puerta aunque le dejes el switch "pegado". Nadie te puede arrancar la bolsa del brazo, ni meterse de noche a tu casa, ni cobrarte más de la cuenta. Nada, nada, nada que no sea honesto te puede suceder. Lo que es tuvo ... TUYO ES Y DE NADIE MAS.



Vamos a explicarte por qué en breves pá­rrafos ¿Por qué no se puede matar? Porque la Vida es eso precisamente, VIDA. No es Muerte. La Vida no puede morir. Sería un contrasentido. Vida es eternamente vida y jamás puede ser muerte. Entonces, dirás tú, ¿qué pasa conmigo? ¿No muero jamás puesto que yo estoy vivo? Exactamente. Tú estás en la Eternidad. Nadie te puede quitar tu Vida. Tu Vida es Dios. ¿Quién le quita Su Vida a Dios? Por eso Tampoco puedes matar a nadie, él sigue viviendo más vivo que nunca en el próximo plano, lo mismo que tú. Pero tú ahora sabes que lo que haces en la Tierra también se te devuelve ¿Por qué? Por Ley de Correspondencia. Porque todo lo de un plano tiene su correspondencia en los otros. En todos los otros. Esta Ley dice: "NO HAGAS A OTROS LO QUE NO QUIERES QUE OTROS TE HAGAN A TI". Ya sabes la razón. Si aún no has aprendido a obedecer esta Ley. empieza a observar cómo se te devuelve todo lo que le hagas a los demás, en mal o en bien.



Ahora, ¿por qué no se puede robar? ¿Qué es lo que hace funcionar esta Ley? Primero sabrás que has llegado a un impasse, si es que todavía no has resuelto aceptar la Ley de la Reencarna­ción. (¡Ah, caramba!, dirás tú: ¿Qué tenemos aquí?) Uno de nuestros lemas Metafísicos es "Lo que no puedas aceptar, déjalo pasar, pero sigue leyendo".



Si no te gusta la idea, no reencarnes, pero tampoco adelantarás. Te quedarás estancado, por la misma razón que el que no quiera aceptar que el Sol va a salir mañana, va a tener que meterse en un closet todas las mañanas y per­manecer allí encerrado durante todas las horas de sol, todos los días.



La Ley de la Evolución es una eterna expe­rimentación y superación, como ya asomamos más arriba en el niño que aprende a caminar y que no tiene por qué temer, ya que él sólo apren­de a soltarse. Tu sabes eso; que todo viene cam­biando de una cosa en otra como el nene que se vuelve niño; como el niño que se vuelve "pavito"; como el pavito que se vuelve adulto, luego viejo y después deja aquí el cascarón viejo y se va a buscar uno nuevo en el más allá.






Cuando un ser "se muere", se encuentra en medio de una serie de circunstancias nuevas en el Más Allá, pero no ha perdido nada de lo que tiene de valor, como el oído, la vista, el senti­miento, la voluntad, el libre albedrío la facultad de moverse, de comunicarse con los demás, su identidad su Yo. Por lo contrario como hay allí una dimensión más, se ve más, se oye más, se siente más, se comprende más, se abarca más, etcétera.






En otras palabras, nada de lo adquirido se puede perder. Sólo se adapta a las nuevas con­diciones del plano. Esto hace que en cada plano se van adquiriendo nuevas y mayores habilidades y conocimientos. En cada vida encarnada se ganan nuevas experiencias y se aprende a usar nuevos objetos e instrumentos, que aunque materiales aquí en la Tierra, tienen su correspondencia en los otros planos invisibles. Pues, ¿qué clase de ventaja sería la de llegar a ser un acabado mú­sico en el mundo y no poder exteriorizarlo en el próximo plano? Y has llegado a la gran expli­cación.






Lo que adquieres, ya lo sabes, los instru­mentos que tuviste que emplear, aprender a usar, como cubiertos, una cama, un fósforo, etc. (en cada plano tienen sus correspondencias, no lo olvides) y éstos, por ser tuyos ya ("por derecho de conciencia", decimos en metafísica), apa­recen automáticamente en tu vida o tus vidas, una después de la otra, porque no puedes nacer en una familia que no tiene los medios de pro­porcionarte lo que te pertenece por derecho de conciencia ¿Me hago explícita? Muchas veces ocurre que un niño viene al mundo en familia careciente de lo que él posee por derecho, y re­sulta que pronto la familia adquiere aquello como una gran casualidad Por esto es que no te pueden robar lo tuyo, ni tú puedes apode­rarte de lo que no has ganado o superado en otra vida anterior. Por eso la gran felicidad es que, al conocer esta Ley y estas condiciones, la Ley funciona en este plano terreno y en todos los planos. Por consiguiente ya puedes estar tranquilo de que nadie te puede ocasionar pér­didas, ni quitarte nada, ni siquiera tu marido ó tu esposa (si no se lo has hecho a otro), ¿qué puedes temer? Y si ya lo aprendiste en esta vida es que lo tienes por derecho de conciencia. De manera que la forma de vivir feliz es aprender la metafísica de los DIEZ MANDAMIENTOS.



Con este pequeño obsequio que te brindamos, habrás puesto tu pie en el primer escalón de la feli­cidad. No me cansaré de recomendarte que leas es­te folletico constantemente. No lo tires en la gave­ta. Cárgalo en tu bolsillo o tu cartera. Reléelo, si puedes, todos los días. Trata de practicarlo, recor­dar sus instrucciones y cuando consideres que es tiempo de que adquieras mayor instrucción asiste a nuestras conferencias y obten los siguientes libros. No te costará nada.



Sólo pagarás por los libros que quieras adquirir, pues éstos hay que venderlos para poder reproducirlos.



Recibe todo nuestro amor. Que la luz de tu Amada Presencia YO SOY te envuelva te llene te ilumine, te guíe, te acompañe.

DECRETOS Y AFIRMACIONES


DECRETOS Y AFIRMACIONES O LA TÉCNICA DE LOS TRATAMIENTOS METAFÍSICOS

Lo que sigue es para que aprendas a formu­lar tus oraciones, que en Metafísica llamamos "tratamientos". Como todo el día estamos pen­sando y decretando, todo el día estamos orando, en forma negativa o en forma positiva, y creando nuestras propias condiciones, estados y sucesos.

Lo importante es mantenerse en el ánimo que expresa la oración. Si después de afirmar te dejas regresar al polo negativo, destruyes el efecto de la oración. Cuida tus pensamientos. Cuida tus palabras. No te dejes arrastrar por lo que expresen otros. Recuerda que ellos ignoran lo que tu ya vas conociendo.

Lo que pienses y pidas para ti, piénsalo también para los demás. Todos somos uno en espíritu y esa es la forma más efectiva de dar. Mejor que pan y limosna ya que el pan y la limosna duran sólo unos instantes, mientras que la Verdad se queda con el otro para siempre. Tarde o temprano tu don espiritual te entrará en la mente consciente y habrás hecho labor de salvación en un hermano. El Principio del Ritmo, que es la ley del péndulo, el búmerang, te devuelve el bien que haces (como también el mal que haces).

Se ha dicho que "uno con Dios es la mayo­ría", de manera que una sola persona que eleve su conciencia al plano espiritual y reconozca la Verdad en la forma expresada más arriba, es capaz de salvar de la ruina a una organización, salvar de la crisis a una comunidad, una ciudad o una nación, porque actúa en el plano espiritual que es la Verdad y ésta domina a todos los planos inferiores. "Conoced la verdad y ella os hará libres".

Frente a una enfermedad propia o ajena:

No acepto esta apariencia ni para mí ni para nadie. YO SOY Vida, en ti, en mí, en todo el mundo. Gracias, Padre, que me has oído.
(Repite esta afirmación cada vez que te venga a la mente el caso que te obligó a expresarla).

En todo caso de temor:
No acepto el temor. Dios es Amor. YO SOY SU HIJO, YO SOY AMOR. Hecho de Amor, por Amor. Gracias Padre que me has oído.

En todo caso de tristeza propia o ajena:
No acepto esto. Yo soy la Alegría. Yo Soy la Dicha. (Comienza a enumerar todo lo bueno que tienes). Gracias Padre.

Frente a toda manifestación de escasez:
No acepto esta apariencia. Mi mundo contie­ne todo. YO SOY la Abundancia de todo. Gracias, Padre, que el día de hoy todo está cubierto.

Frente a todo lo que contraría la Paz mundial o particular:
No acepto esta apariencia de conflicto. YO SOY la Paz, la Armonía, el Orden. Todos somos UNO SOLO. Perdónalos Padre que no saben lo que hacen. Yo perdono y me perdono. Gracias Padre que me has oído y siempre me oyes.

El librito Azul

Amor







Sólo te falta este capítulo para terminar de conocer el Primer Principio de la Creación: El Principio de Mentalismo cuyo lema es "Todo es Mente".



Jesucristo dijo: "Sois dioses" (Evangelio de San Juan, cap. 10-34). Así como la Creación, toda ella fue un pensamiento manifestado, así el hombre, que es un dios en potencia, crea con el pensamiento todo lo que él ve manifestado a igualdad y semejanza de su Creador. Esto ya lo aprendiste. También has aprendido la mecánica de esta creación mental; el carácter (positivo o negativo) de lo creado: la fuerza (fe o temor), que determina el carácter; la manera de cambiar el aspecto exterior de lo que hayas creado (ne­gando y afirmando); el poder de la palabra; que es el pensamiento hablado y que por lo tanto confirma las órdenes que has dado con tus pensa­mientos; y finalmente la fórmula infalible para crear, manifestar y obtener lo mejor, lo más alto, lo perfecto: "Conociendo la Verdad", en acatamiento a la ordenanza del Maestro Jesús Sabes que esta Verdad es que fuimos creados perfectos por un Creador perfecto, con la esen­cia perfecta de




El mismo, con libre albedrío para crear de manera positiva o negativa; por lo tanto el "mal" no es una creación de Dios No tiene ningún poder frente a la Verdad. Que desaparece al sustituir el pensamiento, y la palabra positiva Jesús dijo: "no resistáis al mal" (S. Mateo, 5-39) o sea, que domináramos el mal con el bien La verdad única es el Bien.



De ahora en adelante no podrás jamás volver a culpar a nadie de lo que te ocurra. Tendrás que mirarte frente a frente y preguntarte "¿Có­mo fue mi clima mental en esta circunstancia? ¿Fue positivo o negativo? ¿He sentido fe o te­mor? ¿Qué especie de decretos he lanzado con mis palabras?" Por sus frutos los conoceréis" Tendrás que sincerarte y contestar la verdad ¿Te complace lo que estás viendo? ¿O te desa­grada? Tú dirás.



Ahora, en metafísica cristiana decimos que Dios tiene siete aspectos: Amor, Verdad, Vida. Inteligencia, Alma, Espíritu y Principio. Como ves, todos estos aspectos son estados invisibles. Mentales, pues. No los podemos ver ni tocar. Sentimos y apreciamos sus efectos. Existen, ac­túan, son reales, son cosas y ninguno se puede negar.



Amor se le llama al carácter de Dios, el primer aspecto de Dios, la fuerza más potente de todas las fuerzas y la más sensible. Pocas personas saben lo que es realmente el amor. La mayoría cree que es aquello que se siente hacia los padres, los hijos, los esposos, los enamorados, etc. Afecto, cariño, atracción, antipatía y odio son todos diferentes grados de una misma cosa: sensación. El amor es muy complejo y no se puede definir con una sola palabra pero ya que en nuestro planeta se entiende por amor la sen­sación, y aunque ésta no es sino, como quien dice, el bordecito exterior del amor, tratemos de acercar la sensación lo más que se pueda al amor, para comenzar a comprenderlo. El punto central en la escala que va desde el odio hasta el senti­miento que allí llamamos "amor", es la toleran­cia y la buena voluntad.



Parece una contradicción, pero cuando se "ama" mucho mucho o demasiado, faltan tole­rancia y buena voluntad. Cuando se odia, faltan la tolerancia y la buena voluntad. O sea, que tanto el excesivo amor como el excesivo desamor son la negación de la tolerancia y la buena voluntad. Jesús dijo "Paz a los hombres de buena voluntad". Lo cual implica que lo que pase de allí no trae paz. La paz está en el centro, el perfecto equilibrio, ni de más ni de menos, en todo. Todos los excesos, aún el exceso de Bien (exceso de dinero, de amor, de caridad, de ora­ción, de sacrificio, etc.) desequilibran el peso de la balanza; llevan más hacia uno de los lados, y quitan la paz. Cuando el Génesis dice: "de todos los frutos del paraíso podéis comer, salvo del fruto del árbol de la ciencia del Bien y del Mal" se refiere a eso precisamente. El tronco del árbol simboliza el centro, el equilibrio. Las ramas par­ten de ese centro, desprendiéndose hacia todos lados produciendo "frutos". Algunos se mani­fiestan buenos, otros malos. Simbolizan los ex­tremos.






Verás pues que "el fruto prohibido" que tanta tribulación ha causado en el mundo no es otra cosa que los extremos, el exceso en todos los aspectos, pues Dios, que todo lo creo, declaró toda su obra "buena" (léelo en Génesis) y sólo menciona la palabra "Mal" con respecto al exceso.
Un paréntesis para recomendarte que leas y medites el capítulo 3 de Eclesiastés que comienza:
"Todo tiene su tiempo. . ." (La Biblia).



Volvamos al Amor. Aquellas madres que dicen amar tanto a sus hijos que no les permiten separarse del nido, ni casarse, ni actuar indepen­dientemente de ellas cuando ya son hombres y mujeres mayores de edad, no aman. Son egoístas y lo que sienten es deseo de posesión. Aquellas novias y esposas que sufren torturas de celos, igualmente. Esos tipos de "amor" no son otra cosa que exceso de sentimiento. Sobrepasan la medida y por lo tanto se van muy lejos de la tolerancia y la buena voluntad.



Por lo general el exceso de sentimiento prueba que hay falla de desarrollo de la inteli­gencia. Esto sin duda causará indignación en aquellas personas que se llenan la boca dicién­dose "muy sentimentales". A nadie le agrada que otro le descubra su falta de inteligencia, pero pueden comprobarlo. El exceso de emotividad, como todo exceso, es "malo". Es prueba de que falta lo que le haga contrapeso. El exceso de calor, por ejemplo, se equilibra con igual canti­dad de frío para llevarlo a ser soportable o desa­gradable. La inteligencia es fría. La emoción es cálida. Una gran capacidad emotiva es una cuali­dad magnífica y muy deseable, siempre que esté equilibrada con igual capacidad intelectual. Esto es lo que produce los grandes artistas. Pero el artista tiene su arte en que volcar toda su poten­cia emotiva. En cambio la persona exagerada­mente emotiva y con poco desarrollo intelectual vuelca toda su pasión en los seres humanos que la rodean, pretende atarlos y que cumplan su antojo.



El remedio para la excesiva emotividad es pensar y reflexionar mucho, sobre todo ponerse a meditar durante un rato y diariamente, en la inteligencia. Comenzando por preguntarse: ¿Qué cosa es la inteligencia? Continuando por pensar en que todo contiene inteligencia en el universo, las plantas, los animales, etc. y terminando por afirmar: "Yo soy inteligente, con la inteligencia de Dios mismo, ya que soy creado de la esencia misma del Creador; por la inteligencia, con la inteligencia y de la inteligencia de Dios". A los pocos días de repetir este tratamiento se notará ya un cambio en la elasticidad y la penetración mental; y con sólo una semana del ejercicio se aprecia la transformación en la forma de amar a los demás, una serenidad y una generosidad peculiar que uno nunca se hubiera creído capaz de expresar. Al mismo tiempo se nota un cambio total en los demás, hacia uno mismo. Esto se debe a que somos "individuos" o sea, indivisibles; y lo que afecta a uno afecta a todos. El escalón que subas tú ayuda a toda la raza.



Ahora pasaremos a tratar sobre el enemigo Número Uno de toda la humanidad: El resenti­miento y el rencor, por no decir el odio. Casi no hay seres humanos que estén exentos de resen­timientos, sin saber que esto amarga la vida entera, influencia en mal toda manifestación y es causa de todas las decepciones que sufrimos, aun cuando se aprende a "negar y afirmar", a "conocer la Verdad", a vigilar y corregir los pensamientos y las palabras. Un solo resenti­miento, un rencor grabado en el subconsciente y en el alma actúan como una fuentecita de hiel emanando su gota de amargura, tiñéndolo todo y contrariando sorpresivamente nuestros mayores anhelos. Nada, ni la demostración más perfecta puede perdurar mientras exista aquel foco infec­cioso malogrando nuestro propio ser. La Biblia, las iglesias, las religiones se cansan de abogar por el perdón y el amor hacia los enemigos; y todo es en vano mientras no enseñen la forma práctica de imponernos el perdón hacia los que nos hieren. Mucho se escucha decir "Yo perdono pero no puedo olvidar". Mentira. Mientras uno recuerde un daño, no lo ha perdonado.



Vamos a dar la fórmula infalible para perdo­nar y olvidar al mismo tiempo, para nuestra propia conveniencia ya que esto nos establece en el punto central del equilibrio, el de la tole­rancia y la buena voluntad y siendo este esfuerzo AMOR. San Juan, el Apóstol de amor dice: "El amor es el cumplimiento de la ley". Cumplir con la ley del amor es cumplir con todas las leyes. Es estar con Dios, en Dios, es ser dichosos, satisfechos y completos en todas nuestras mani­festaciones. Mi maestro decía: El hombre que ama bien es el hombre más poderoso del mundo. Y aquí la receta para bien amar: Cada vez que sientas algo desagradable hacia otro; o bien que te encuentres resintiendo algo que te hayan he­cho; o que te reconozcas un franco rencor o un deseo de venganza, ponte deliberadamente a re­cordar (no es tratar de olvidar lo de ahora), es a recordar todo lo bueno que conoces de aquella otra persona. Trata de revivir los ratos agrada­bles que gozaste en su compañía, en tiempos pasados, anteriormente al momento que te hirió. Insiste en rememorar lo bueno, sus buenas cuali­dades, la forma en que pensabas de ella. Si logras reírte de algún chiste que ella dijo o de algo cómico que gozaron juntos, el milagro se ha hecho. Si no basta con un solo tratamiento, repí­telo tantas veces como sea necesario para borrar el rencor o resentimiento. Te conviene hacerlo, "hasta setenta veces siete".Esto es el cumplimiento de la ley dada por Jesús: "No resistáis al mal". Esto es volver la otra mejilla. Es amar a los enemigos, bendecir a los que nos maldicen, hacer bien a los que nos aaborrecen y orar por los que nos ultrajan y persiguen, todo sin exponernos a que nos piso­teen. Si lo haces con sinceridad te vas a dar cuenta de algo muy extraño, y es que te sentirás libertado, primeramente, y luego, que una mon­taña de pequeños inconvenientes que te ocurrían y que no sabías a qué atribuir desaparecen como por encanto, y tu vida marcha sobre rieles. Además de que te verás amado por todo el mun­do, aún por aquellas personas que antes no te quisieron bien.


El librito Azul