Divino Planeta

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martes, 24 de agosto de 2010

Como reconocer a Sagitario


SAGITARIO EL ARQUERO
Del 23 de noviembre al 21 de diciembre

Vería mucho mejor el jardín... si pudiera llegar a lo alto de esa colina: y aquí hay una senda que va directamente... por lo menos; pero no, no es así... Pero supongo que al final llegará. Pero, ¡qué retorcida parece! Bueno, entonces, iré por el otro lado.

Diría que encontrar un ejemplo de este signo solar es tan fácil como sonarse la nariz, pero no es ver-dad; es mucho más fácil que sonarse la nariz. Vete a cualquier fiesta y mira en el centro del grupo más bu-llicioso. ¿Ves el tío ese que esta ahí sentado alegremente con un enorme pie metido en la boca? Es un Sagitario que acaba de meter verbalmente la pata, pero todavía no lo sabe. Cuando se dé cuenta se mos-trará un tanto perplejo... y los que le rodean le mirarán con odio.

El Arquero es capaz de acercarse, darte una cordial palmada en la espalda y sonreírte amistosamen-te. Después, te saludará con un comentario del tipo de: ¿Que demonios haces para parecer tan joven, con la edad que tienes?; o: Vaya, que bien te queda este suéter de cuello cisne. Siempre tendrías que usarlo, porque así disimulas la papada. Después de una de esas alegres aperturas, Sagitario seguirá con su brillante sonrisa, pero la tuya habrá empezado a marchitarse un poco. A él le costará un rato darse cuen-ta de que fueron sus palabras las causantes de tu seriedad, y más tiempo aun necesitara para entender por que. Entonces procurará explicarse. Trata de mantener la calma, porque la explicación será peor.

Caramba, ¿no entendiste lo que quería decir? Pues que le parece fabuloso que no representes mas de veinticinco años cuando en realidad tienes treinta y ocho (seis años mas de los que efectivamente tie-nes). Y en cuanto a lo de la papada, es mucha la gente de tu edad que tiene cierta flojedad en la región del cuello. Si únicamente se te ve de costado, así, cuando vuelves la cabeza. Con no dejar que te saquen fotos de perfil, ya está.

Tras haber explicado cuidadosamente sus meteduras de pata verbales, y conseguido que tú volvieras a sentirte bien, Sagitario seguirá alegremente su camino, silbando un tema del último éxito de Broadway. Cuando volváis a encontraros y tú le demuestres frialdad, se sentirá dolido e intrigado. Con él, de nada sirve enojarse ni molestarse; Sagitario no actúa por maldad. Sus exabruptos verbales son fruto de la más absolu-ta inocencia y, por lo general, tampoco entiende que cuando trata de arreglar las cosas resulta ofensivo además de hiriente. No le juzgues con dureza, porque esta animado de buenas intenciones. Tampoco ne-cesita de tu compasión... ni de la mía. Bajo su falta de tacto hay una mente sumamente despierta y de prin-cipios elevados. Su peculiar combinación de ingenio, inteligencia y fogoso impulso lleva por lo común al Arquero directamente al círculo de los vencedores. Lo realmente fastidioso es que para la gente de este signo, varones o mujeres, su torpeza verbal es inconsciente; están convencidos de que son los seres más diplomáticos del mundo. Siempre dicen que son incapaces de herir los sentimientos de nadie y que ponen gran cuidado en no hacerlo, y lo creen sinceramente. Es mas, todo lo que hacen lo hacen sinceramente. Cualquier forma de fraude y engaño les produce una gran consternación.

Sus características físicas no son difíciles de reconocer. Busca un cráneo bastante grande, de buena configuración y frente alta y despejada. Los rasgos serán abiertos y joviales, como si invitaran a la amistad y al intercambio de ideas, y los movimientos serán normalmente rápidos (aunque encontraras algunos Arque-ros que se mueven de manera lenta y deliberada). Con frecuencia harán gestos amplios y arrolladores, que pueden ser dramáticos y vigorosos, pero es posible que no tengan mucha gracia. Sagitario suele gesticular mientras habla, y puede derramar el ketchup. Cuando avance decididamente con la cabeza alta, tropezará al subir a la acera, y es fácil que al mismo tiempo se le abra la cartera y se le desparramen todos los pape-les por la calle.

Los ojos de la gente de Júpiter son tan brillantes y alertas como los de un gorrión, chisporroteantes de humor placentero. Los Arqueros suelen ser muy altos y de aspecto atlético, o si no mas bajos que la media, de cuerpo fuerte y recio. Los altos te harán pensar en caballos de pura sangre o potros fogosos. En su ju-ventud especialmente, muchos suelen llevar un mechón de pelo suelto que les cae sobre la frente, como la crin de un caballo, y que se echan hacia atrás con una sacudida de la cabeza o un rápido movimiento in-consciente de la mano. Este hábito puede perdurar mucho después de que hayan adoptado otra forma de peinarse, o cuando ya la calvicie es avanzada.

La gente Sagitario es normalmente inquieta; no pueden estar sentados o quedarse quietos. Física-mente, el Arquero no pasa inadvertido, aunque solo sea por su evidente confianza y su desdén del compor-tamiento convencional. Camina como si realmente fuera a alguna parte, sin vacilación ni detenciones. (Pero recuerda que un ascendente en conflicto puede retardar su paso.)

La primera vez que le encuentres, es posible que Sagitario vaya montado a caballo o paseando su perro: ama apasionadamente a los animales. Frank Sinatra, que es Sagitario, ordenó una vez a su chofer que detuviera el coche porque vio un perro herido en la calle. Tenía programado un ensayo de televisión, pero los músicos, el director y los cámaras tuvieron que esperar a que el cantante hubiera llevado al perro a un veterinario –que le aseguró que en pocos días estaría bien– y hubiera dado con el dueño del animal.

En cambio, cuando Sagitario tiene influencias desfavorables en su carta natal, puede sentir un miedo enfermizo a los animales, pero estos casos no son frecuentes. Por lo general, la gente nacida bajo la in-fluencia de Júpiter no teme a nada. Al Sagitario típico le atrae el peligro, ya sea en el deporte, en su trabajo o en sus pasatiempos. Para el Arquero, un elemento de riesgo significa excitación y desafío.

Les encanta la velocidad; los coches veloces, los aviones, la montaña rusa, incluso, ejercen sobre ellos una atracción mag-nética. Los más temerarios pilotos de pruebas suelen ser Sagitarios. Al jupiteriano medio nada le proporcio-na tanto placer como salvarse por un pelo, en cualquiera de sus variantes, ya sean emocionales o físicas; le resulta euforizante. Se arriesgan en cualquier cosa, a menos que un signo más manso en el ascendente diluya la osadía de Júpiter.

Hay una diferencia entre la legendaria aspereza del Arquero y la brutalidad verbal de Escorpión. Es-corpio dice la verdad con plena conciencia de su efecto, y se niega a cualquier tipo de compromiso. Sagita-rio es totalmente inconsciente del efecto que producen sus palabras, palabras que pronuncia bajo impulso de su honradez compulsiva. Escorpio no se duele demasiado de las heridas que causan sus afirmaciones; para él, verdad es la verdad, y si no puedes soportarla, pues no preguntes. Los regidos por Júpiter, en cam-bio, se sienten abrumados y desolados por su propia falta de discreción, cuando descubren que han herido realmente a alguien. Resultarían conmovedores, si no fueran tan exasperantes.

Lo que el Arquero piensa y siente, lo dice en forma casi inmediata, con la franqueza y seriedad de un niño de seis años Aquel viejo dicho: <
En el mundo editorial neoyorquino hay una mujer de quien se dice exactamente eso: Si quieres la verdad, pregúntale a Kay... si eres capaz de oírla. Kay no es solo una Arquera auténtica, sino que tiene influencias adicionales de Sagitario en carta natal. Doble Júpiter, podríamos decir. Es cálida y gentil rosa, como es típico del signo, y tiene montones de leales amigos que la adoran, como también es típico del sig-no. Y bien leales tienen que ser, y muchos tienen que amarla, para sobrevivir a incidentes como el de hace tres años, cuando su grandeza de corazón la llevó a decidir que era hora de cambiar completamente el guardarropa de invierno de su secretaria. La chica estaba sin nada de dinero, porque acababa de pasar por un desastre económico, y el ofrecimiento la conmovió hasta las lágrimas. Otros se habían compadecido de ella, pero aparte de Kay, nadie se había ofrecido concretamente a echarle Una mano. Dejad que Sagitario se ocupe. (Esto admite más de una interpretación).

Un hermoso día de otoño las dos se dirigieron a una de las tiendas elegantes de la Quinta Avenida, en una fiebre de femenina anticipación. La pobre secretaria deliraba de felicidad hasta que entraron en el ascensor. De pronto, Kay la estudió largamente con mirada apreciativa y declaró firmemente en voz alta: Será mejor que vayamos primero al Departamento de Gordas.

El arrobamiento extático cedió inmediatamente paso al aturdimiento del shock. El novio de la secreta-ria le decía siempre que era agradablemente llenita. Ahora, un doloroso relámpago de sinceridad jupi-teriana la había convertido en un pequeño hipopótamo. La muchacha todavía recuerda como se dieron la vuelta a mirarla con curiosidad todos los que iban en el ascensor, mientras ella se preguntaba si su novio no la encontraría secretamente grotesca. Pero la buena de Kay arregló las cosas; al advertir la confusión de la chica, le hizo inmediatamente un chiste para levantarle el ánimo: Y si allí no encontramos nada que te vaya bien, siempre podemos probar con las tiendas en el Departamento de Camping. Todos los que iban en el ascensor se unieron a las carcajadas con que Sagitario festejó su propia broma.

Poco después de la cálida y generosa excursión con su secretaria, Kay puso la mira en su jefe, el edi-tor, a quien el médico había ordenado que no bebiera durante un año. Un año entero. Había sufrido una hepatitis infecciosa y no debía probar alcohol; ni una gota. Después de doce largos meses sin humedecerse siquiera los labios, estaba lógicamente orgulloso de su fuerza de voluntad. Kay, que acababa de volver de Europa, le salió con uno de los cumplidos típicos de Sagitario.

–¿Que tal la bebida? –empezó, mientras él la escuchaba sonriente–. Me dijeron que está tratando de no empinar el codo.

...Tratando? ¿Después de doce meses sin una sola gota, tratando? Mientras él recuperaba la com-postura, Kay siguió impertérrita:

–¿Sabe que mañana por la noche hay una fiesta por el libro de Joe? Pensaba que tenía que advertir-le, pero nunca puedo verle a solas.

¿Advertirle? ¿Advertirle de qué? Ante la nueva amenaza, el editor se olvidó de su disgusto. Ella pro-siguió:

–Todos esperamos que... bueno, no es fácil decirlo, pero esperamos que no arruine usted la fiesta. A esas alturas el editor se había quedado mudo, pero Sagitario no.

–A lo que me refiero es a que esperamos que no nos estropee la velada quejándose de que no puede beber y todo eso. A Joe le gusta tomarse unos martinis, y después de todo, el libro obtuvo el premio de Selecciones Literarias. Si usted anda por ahí como un alma en pena, haciendo sentir desdichado a todo el mundo, será un desastre. Oiga, ¿uno no se contagia al estar en la misma habitación que usted?

El interpelado consiguió tartamudear que no había peligro, y después reunió los jirones de su digni-dad herida lo bastante para recordarle que él mismo había ofrecido fiestas a autores como Edna Ferber y Ernest Hemingway, sin cometer torpeza alguna.

–Siempre me han dicho –profirió entre los dientes apretados– que mis modales son impecables.
Sagitario, sin advertir que su jefe estaba al borde de la apoplejía, se mostró calurosamente de acuer-do con él.

–Seguro, como anfitrión es usted fabuloso. En el mundo editorial no hay quien lo entienda.

Al editor apenas si le quedaba aliento para preguntar que había que entender, y la respuesta de Kay le sacó de dudas.

–¿Como puede ser usted tan impecable como anfitrión y tan insoportable como invitado? Cuando us-ted da una fiesta es una maravilla, pero cuando va a alguna parte siempre mete la pata de forma espeluz-nante.
De pronto advirtió que había otra cosa espeluznante: la cara de su jefe, que se iba poniendo de color púrpura. Súbitamente contrita, la cordial Arquera se apresuró a disculparse:

–Ay, espero no haber dicho algo que no debía. De todas maneras no importará como se porte usted, con el afecto que Joe le tiene. Hoy mismo nos estaba diciendo a todos lo contento que está de haberse decidido a editar su libro en nuestra empresa a pesar de la opinión contraria de su antiguo agente. No en-tiende por que hablan tan mal de usted. Yo le dije que no son más que celos de la gente. Oiga, no tiene muy buen aspecto, tan rojo. ¿No será mejor que cambie de médico?
(Se rumorea que a partir de esa noche el jefe de Kay volvió a empinar el codo, en forma permanente.) ¿Que si fue despedida? Nadie se va a animar a despedirla. Como dije al comienzo, todos la adoran.

Es difícil estar durante mucho tiempo resentido con el Arquero, siendo tan patente su falta de mala in-tención. A estos idealistas encantadores e inteligentes se les encuentra en cualquier momento en casi todas partes. Puedes verle arrojar sus azarosas flechas desde la pantalla de tu televisor algún domingo por la noche, dejando a los astros y estrellas invitados aturdidos, mudos y atónitos ante su franqueza. También puede tocarte como taxista algún lunes por la mañana, y explicarte alegremente por que le revientan los pasajeros que son tacaños con la propina... aunque también te lo puedes encontrar un viernes por la noche de camarero en un restaurante, donde te aconsejará con toda seriedad que no pidas ostras porque están un poquito pasadas.

La mayoría de los Arqueros procuran sinceramente levantarte el ánimo. Por lo menos, empiezan con esta intención, pero a veces se les convierte en un adoquín más en el camino del infierno. Una vez tuve un jefe Sagitario que se empeñó en levantarme la moral diciéndome cuanto mejor que lo habitual llevaba el pelo cuando hacia más de una semana que no me lo lavaba ni me lo marcaba. A pesar de todo seguimos siendo amigos, así que ya ves que es inútil exasperarse. Además, de vez en cuando, Sagitario puede salir con una declaración sensacional que realmente te levanta el espíritu y te compensa todo lo demás. Son capaces de ofrecer consejos profundos y sabios, cuando uno se toma el tiempo de analizar sus opiniones. Como Sagitario es signo de fuego, la mayoría de los Arqueros son extrovertidos, charlatanes y directos. Algunos hay que resultan penosamente tímidos, pero incluso esos están llenos de ideas originales, y pue-den ser igualmente torpes. En realidad, los sagitarios tranquilos y de modales apocados son capaces de los sueños más grandiosos y de apuntar a las metas más altas. Introvertido o extrovertido, el Arquero es pro-motor de corazón. Es posible que ese raro ejemplar que no habla mucho esté planeando algo realmente espectacular con que sacudir a un mundo desprevenido. Aunque su lengua calle, su mente está ocupada, de modo que es mejor que recuerdes que su signo siempre estará ahí, en el fondo de su naturaleza, si no quieres que Sagitario te tome por sorpresa con su próxima y pasmosa jugada.

Casi siempre, el Sagitario típico es feliz y gregario, pero su temperamento puede estallar como un cohete si se siente importunado por gente que abusa de su forma de ser naturalmente amistosa o se toma demasiada confianza con él. También son habituales las rebeliones contra la autoridad y contra una socie-dad opresora. Sagitario jamás escurrirá el bulto ante una pelea o una petición de ayuda. Las mujeres son capaces de perder su disposición normalmente agradable para atacar con la cortina de fuego de un discur-so inesperadamente serio que ponga en su lugar a los impertinentes. Los hombres se valdrán de sus puños, desdeñando las armas. No es raro que la persona grosera e insultante que ha jugado con la buena disposi-ción de Júpiter se encuentre despatarrada en la acera, pensando de dónde habrá venido ese cambio.

Los gallardos hijos de Júpiter no pueden soportar que se les acuse de fraude. Una acusación injusta que ponga en tela de juicio su integridad hará arder con fiereza su indignación, pero después de sus orgu-llosas demostraciones temperamentales, el Sagitario típico sentirá remordimientos y pedirá disculpas. Es capaz de ponerte un ojo negro y enviarte al hospital, pero lo más probable es que el Arquero empiece por hablar y actuar, y solo después piense en las consecuencias.

Son muchos los nativos de este signo a quienes atraen los escenarios, y nadie se siente más feliz que ellos concediendo repetidos bises a un público entusiasmado. Es capaz de cantar hasta quedarse ron-co, o de gastarse los zapatos bailando, por el puro placer de la representación. El mundo del espectáculo está lleno de Arqueros.
Los hombres y mujeres de Júpiter poseen una fuerte vena religiosa, especialmente en su juventud. Se interesan muchísimo por los asuntos de Iglesia, pero a medida que maduran pueden volverse escépticos ante lo dogmático, inclinándose a cuestionar su antigua fe y tendiendo a buscar la perfección de sus valores Es raro el Sagitario que no tenga un juego de maletas de viaje; les encanta viajar, y por lo general tienen por lo menos una maleta, traqueteada en centenares de escapadas, ya preparada y lista para usarla sin pérdida de tiempo.

Siempre observarás un aire un poco infantil en el Sagitario típico, ingenuo, bravo y optimista. Se nie-ga a aceptar la seriedad de la vida, aunque hay algunos que en sus últimos años afrontan de forma admira-ble la responsabilidad. Sin embargo, nunca se sienten verdaderamente felices bajo su peso. La naturaleza de Júpiter se rebela contra el confinamiento, que si es excesivo puede provocar enfermedades graves. Si Sagitario es capaz de sobrevivir a todo eso, y al desgaste provocado por la dispersión de sus energías, vivirá tanto como Matusalén. La mayoría de los Arqueros mantienen intactas sus facultades, refinadas por la edad, hasta el final, y con ellos es muy raro que la senilidad sea el problema.

Sus puntos sensibles son las caderas, pulmones, hígado, brazos, manos y hombros, intestinos y pies. El amor a los deportes y a la vida al aire libre que caracteriza a este signo puede hacerles propensos a ac-cidentes debidos al exceso temerario de actividad, pero es raro que en los hospitales se les pueda mante-ner en cama más de unos pocos días. Sagitario cede de mala gana a la enfermedad, y se recupera con sorprendente rapidez. Es alguien a quien la vida rara vez derrota en forma permanente. Los Arqueros creen que con toda seguridad mañana será mejor que ayer, y hoy es bien interesante. Los ataques de depresión desaparecen casi antes de que las nubes hayan llegado a oscurecer la luz del sol.

A menos que en su carta natal haya alguna influencia cautelosa y conservadora, todo Sagitario tiene algo de jugador. Son muy pocos los que pueden resistirse a arrojar un par de billetes sobre el tapete verde. El repiqueteo de los dados en el cubilete tiene para algunos hombres y mujeres de Júpiter el atractivo de las canciones de Circe. Si su nacimiento estuvo señalado por aspectos diversos entre los planetas, un Arquero puede perder una fortuna en el juego de azar, o tirar el dinero del alquiler a las patas de su caballo favorito. Los casinos de juego atraen a Sagitario como el azúcar a las moscas, y lo mismo sucede con otros juegos más serios, como el mercado de acciones y las operaciones inmobiliarias. Afortunadamente, la mayor parte de ellos mantienen bajo control su tendencia a la especulación, pero no por eso se privan de arriesgar de vez en cuando un billete de lotería. Tanto los tímidos como los enérgicos sabrán aprovechar en cualquier momento las oportunidades amorosas: Sagitario se entrega al romance con temerario abandono, pero es frecuente que cuando se habla de matrimonio se detenga súbitamente en seco; lo piensa bien antes de seguir adelante, y mete la pata después de hacer cuidadosas consideraciones. Aunque en las relaciones amorosas el Arquero es cálido y afectuoso, resulta bastante esquivo a la hora de dejarse atrapar. Simbóli-camente, es mitad hombre y mitad caballo, lo que evidentemente le da una cabeza de ventaja en cualquier partida de caza, a menos que tropiece con sus propias patas.

Entre los rasgos mas desagradables de Sagitario se cuentan la tendencia al mal genio, el excesivo amor a la comida y a la bebida –que puede llevarles a la obesidad y al alcoholismo–, el hiriente sarcasmo que puede empañar su brillantez mental, o la excentricidad extrema, y la incapacidad para guardar secretos. Sin embargo, ninguno de esos fallos es necesariamente permanente; resultan fáciles de desarraigar para la determinación de Sagitario. El Sagitario medio te hará un préstamo de dinero sin hacerte pasar jamás por la vergüenza de pedirlo, ni siquiera obligar a devolverlo (si no media un signo lunar cicatero). El ama de casa de este signo adoptará al huérfano sin hogar o al animal perdido, y en su mesa siempre habrá lugar para uno más.

Sagitario tiene tendencia a salirse por la tangente. El Arquero abrazara con devoción ciega una gran causa, y creerá que las posibilidades superan a las desventajas: una actitud que resulta de su imaginación brillante y su pensamiento progresista. Jamás deja de defender su posición con argumentos fríos y razona-bles, a veces reduciendo a tiras al adversario con su sátira cortante, y sin embargo, de alguna manera se mantiene por encima de la refriega. Esto no es óbice para que su fuego esté siempre listo para el ataque cuando alguien agrede injustamente a su pupilo o su causa del momento. Como enemigo es formidable, porque se toma el tiempo de poner la mira en su víctima, le apunta directamente. Es raro que sus flechas fallen el blanco; están impregnadas de humor satírico y son lo bastante agudas como para atravesar la más sólida de las armaduras.

Aunque hay algunos decembrinos que son auténticamente divertidos, una curiosa característica de la mayoría de ellos es que, cuando hacen un chiste, no aciertan del todo con el momento y se las arreglan para sacarle toda la gracia. El público, ya sea en casa o en el teatro, se retuerce de risa ante su torpeza, mientras el Arquero piensa, contentísimo, que festejan sus grandes dotes de comediante. De todas mane-ras, puede resultar muy jocoso.

Hombres y mujeres, los Sagitario pueden conducirse en la forma mas chapucera, como ya hemos vis-to, o bien fingir una actitud tan modesta, que le darán a uno la impresión de no ser demasiado inteligentes, o tal vez tímidos. Es verdad que algunos Sagitarios suelen mostrar excéntricos hábitos de reclusión, pero eso les ofrece más oportunidades para aguzar su inteligencia hasta la genialidad.
Aunque tienen una memoria fantástica, que les permite saber exactamente lo que dijeron y donde es-taban el 14 de abril de 1959, y recordar libros y películas con toda minuciosidad, los de este signo pueden olvidar donde dejaron la americana. La mayoría de ellos constantemente pierden guantes, llaveros, billete-ras... y hasta hay quien tiene la maldad de decir que perderían la cabeza si no la tuvieran bien amarrada al cuello.

Sagitario jamás puede tener éxito como mentiroso; nadie le cree ni media palabra. El engaño no es parte de su naturaleza y, si intenta explotar esta veta, lo más fácil es que sea desenmascarado rápidamente y sin esfuerzo. Para el es siempre mejor decir la verdad y dejar que las cosas salgan como salgan. Ni si-quiera su mentalidad observadora y alerta puede rescatarle de los resultados de una excursión por el territo-rio del engaño, a menos que tenga ascendente Escorpio. Conozco un Arquero reservado y silencioso que tiene un ascendente Plutoniano, lo cual le convierte en un gran jugador de ajedrez. Este tipo de jupiterianos son excepcionales, pero algunos hay, y prepárate para encontrarlos.

Para Sagitario, la vida es secretamente un circo, en el que él es el payaso que rueda y da tumbos, atravesando aros de color púrpura, ataviado con un traje azul cielo. Tiene la cara embadurnada con los brillantes y alegres colores del maquillaje.

A medida que la música del organillo va subiendo de tono, él tambalea y se cae; después, con un perfecto salto mortal, se instala sobre el lomo de un airoso caballito. En los dedos de las manos luce tres anillos de turquesas; en los de los pies tintinean cascabeles que suenan como el lejano carillón de un cam-panario que se pierde entre las nubes. El Arquero hace sonar alegremente un lustroso cuerno de estaño, ese metal blando y maleable al que apenas si afecta la humedad. No importa que sea osado o tímido; la autentica naturaleza de este idealista generoso es tan alegre como el acebo navideño. Gallardamente se prende un clavel sobre el enorme corazón y curva su arco en dirección al cielo. Cuando apunta bien, sus tiros llegan a mayor altura de lo que puede ver el hombre, más allá de las estrellas, al lugar donde nacen realmente todos los sueños.


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